TECHO DE CRISTAL

Compañeros, ya miércoles, y tras esta semana de descanso, vengo con las pilas cargadas, energías renovadas y nuevos temas que veréis las próximas semanas.

Esta semana que hemos dejado por medio me ha ayudado a pensar con claridad, a escuchar distintos testimonios y distintas inquietudes laborales, así que me pongo a recopilar todo ello y empiezo a escribiros. Para el post de hoy quiero dejar claro que el techo de cristal, la discriminación laboral hacia las mujeres existe. Esto hace que les sea más difícil encontrar trabajo y una vez lo que encuentran, probablemente tengan que pasar por situaciones que más abajo leeréis.

Lejos de romperlo parece que está cada vez más alto.
Cuando son las propias mujeres las que construyen este tipo de discriminación laboral hace falta una pausa para respirar hondo y pensar qué es lo que se está haciendo mal para que las barreras laborales hacia las mujeres las ponga otra mujer.
¿En qué sociedad vivimos en la que en vez de apoyarnos nos ponemos zancadillas? ¿Es realmente el hombre un ser superior? NO. Entonces ¿Por qué entre ellos se ayudan y entre nosotras nos apuñalamos por la espalda? Se llama educación, y la nuestra está lejos de ser una educación igualitaria, por desgracia, como dice Julia Uceda "La educación de las mujeres ha sido una educación para mujeres muertas"
Una educación para nacer, crecer, REPRODUCIRSE y morir. Y todos han de darse obligatoriamente. Y oigan ustedes señores que yo no soy quien para juzgar al que decide tener descendencia o no, solo digo que al final, las cargas familiares se le atribuyen a la mujer, porque sí, porque la sociedad y la cultura lo ha impuesto así y he aquí el quid de la cuestión.
Mientras a las mujeres se le atribuyen cargas y se les dificulta su contratación o promoción, el hombre se ve liberado de estas barreras y acceden de forma más recta hacia el contrato de trabajo o a la promoción laboral.
Las cargas familiares, esa losa que tienen las mujeres en su espalda y que no se quitan aunque afirmen que no tienen cargas. Los empleadores tienen miedo, piensan que si no las tienen en la actualidad pueden tenerlas en el futuro, y esto, amigos míos, esto pasa factura en el número de contrataciones de mujer en edad fértil. 
Hablemos también de la promoción, la pesada losa llamada cargas familiares, también influye en la promoción de las mujeres, porque señores, como no le quitan la losa, la situación que se da es la siguiente:
    Empleador: Estamos pensando en que puedes ser la nueva directora del departamento, pero eres        joven y nadie ni nada nos puede asegurar de que no tengas un hijo ahora. Si lo tienes te dedicarás      a él y dejarás de lado el trabajo. 
Esta situación se da todos los días en muchas empresas, porque nuestra educación nos ha enseñado que es la mujer quien cuida a los niños y a los enfermos. Pueden pensar que ya no es así, y que la forma de educar es distinta. Ojalá sea verdad, ojalá las próximas generaciones no vean diferencia de cargas entre hombres y mujeres.

Pero sigamos más allá en nuestra crítica, sigamos adentrándonos porque la discriminación no solo se da en ese aspecto. 
Los empleadores cambian el nombre a los contrato de las mujeres porque como dice Manu Sánchez en su artículo: No hace falta: " Al no ser cabeza de familia, tu sueldo en tu casa no hace falta"
Y digo yo que ¿quién decide que la mujer no es cabeza de familia? ¿Quién sabe si la mujer cobra más que su pareja? ¿Quién sabe si su pareja, al que llaman cabeza de familia, está en situación de desempleo? y ¿Quién decide que se le pague menos a la mujer por hacer el mismo trabajo que hace un hombre?

La pregunta ante todo este post es: ¿Por qué tienen que conformarse con menos (retibución, responsabilidades o trabajo si hacen igual?


Piensen y feliz miércoles ;)

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