¿NACEMOS O NOS HACEMOS RESILIENTES?

¡Por fin miércoles compañeros! Esta semana tenía especial ganas de publicar el post porque nos dedicaremos a la palabra de moda estos últimos años,la resiliencia.

Si bien hay que empezar este post dando importancia al talento y a la diversidad de los trabajadores, la resiliencia no se queda atrás, es un comportamiento más de la persona, que complementa así el perfil buscado de las empresas.
Cuando digo que es importante el talento y la diversidad, la mayoría lo entendéis, las organizaciones que tienen un personal diverso se enriquecen de culturas e ideas que a veces no se les habría imaginado, y así, el mismo personal contribuye al desarrollo funcional de la propia organización. En cuanto al talento, es obvio, cuanto más talento innato tenga el empleado mejor para la empresa. 

Pero, ¿y la resiliencia, a qué nos referimos cuando hablamos de resiliencia?
Seguro que muchos conocéis la resiliencia de los metales, es decir, la capacidad del metal para volver a su estado inicial una vez terminada la perturbación a la que se le había sometido. Pues bien, la resiliencia de la persona es más o menos lo mismo. Es la capacidad del ser humano de afrontar adversidades recuperándose rápidamente y, al igual que el metal, volviendo a su estado inicial una vez afrontada la situación. La diferencia es que la persona resiliente adquiere una serie de habilidades y aprendizajes que lo acompañarán el resto de su vida.
Pero no todo el mundo tiene la misma capacidad natural para afrontar desafíos, por eso, el perfil resiliente se está demandando mucho en estos últimos años. A causa de la crisis, muchas empresas se han visto obligadas a hacer cosas que probablemente en otras circunstancias no se lo habrían planteado. Las empresas resilientes, aquellas cuyo personal han sabido afrontar los problemas, han seguido a flote, y por eso, saben lo importante que es tener unos recursos humanos que sepan adaptarse al cambio.

No obstante, la resiliencia no es una cualidad innata propia de la persona, sino que podemos ir adquiriéndola a lo largo de nuestra vida. Salir de nuestra zona de confort para asumir un riesgo es el primer paso para conseguir este comportamiento.
Aunque algunos han tenido ejemplos muy claros de cómo afrontar desafíos en personas cercanas, otros han encontrado la solución sin haber tenido dicho ejemplo, saliendo airosos de la situación. Por lo que todos podemos ser resilientes amoldándonos a la situación y buscando soluciones.
La personas resilientes se caracterizan porque:
v  Son personas que saben cuáles son sus límites, conocer nuestras debilidades y fortalezas es nuestra mejor arma.
v  Son personas proactivas y creativas.
v  Confían en sí mismos.
v  Aprenden de las adversidades, salen de su zona de confort, aprenden y consiguen una solución. 
v  Son personas optimistas.
v  Tienen apoyo de sus familiares y amigos.
Así que compañeros, si estáis pensando que huir de las adversidades o esquivarlas es la mejor opción para no tener problemas y tener una vida tranquila, se equivocáis. Jamás sabréis hasta dónde podéis llegar, no creceréis y os será más difícil cuando os venga un problema y no podáis esquivarlo.

Como conclusión, las personas resilientes son personas fuertes, que afrontan adversidades, buscan soluciones y hacen que el estrés que podrían sufrir ante situaciones difíciles quede reducido por su propia tenacidad.

Aquí acaba el post de esta semana, espero que toméis conciencia de lo importante que es “coger el toro por los cuernos” y vivir tranquilos. Y los que tenéis a cargo personal laboral, siempre es mejor tener una persona que asuma los riesgos y afronte las adversidades con entereza que alguien que las esquive.

Hasta la próxima semana ;)

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